La
tarde empieza como poco de forma inquietante, con unos enormes colmillos de
vampiro esperándonos a la entrada del colegio, ante los que te paras en seco
con la disyuntiva de…¿entro o no entro?
Bien,
me armo de valor y doy un paso adelante mirando hacía todas partes, porque el
valor no está reñido con la precaución y…¡nunca se sabe!
Pulso
el timbre y las pulsaciones se me disparan de nuevo al abrirme la puerta un
jorobado con una jeringuilla llena de un líquido rojo que… ¿será sangre tal
como creo?
Pero
cuando creía que esto lo superaba todo, aparece la anfitriona con unas
cicatrices hechas con hilo del “8” por todo el cuerpo invitándome a pasar y a unirme
al resto de los invitados, que ya están disfrutando de un suculento banquete
¿los oyes?
Sí,
los oigo, pero a decir verdad el ruido de fondo que escucho más me parecen
gritos de sufrimiento que otra cosa…¿y si el banquete somos los invitados, me pregunto? para apenas unos segundos después descubrir que…¡no! ¡no puede ser! ¡están
todos aquí! ¡el Méndez casi al completo disfrutando de una fiesta de MIEDO! Porque
en el Méndez es…
¡HALLOWEEN!
Y
así entre sustos, dulces, canciones y juegos, familias, profes, niños y niñas
pasamos una tarde de… ¡MIEDOOO!
Y aquí están las pruebas…
¿Cuando repetimos...?