Los Consejos Escolares de los centros EN PELIGRO.
La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lleva
años recomendando la autonomía de los centros escolares como una de las más
eficaces herramientas para mejorar los resultados educativos. Dicen que si los
responsables de los centros tuvieran más margen para decidir qué y cómo
enseñar, cómo gastar el dinero, elegir a los profesores e, incluso, negociar
con ellos su sueldo, las cosas irían mejor. En España, han insistido en ello
tanto los Gobiernos del PSOE como los del PP, pero, como siempre, con matices
muy distintos y, por supuesto, condicionados por la realidad del país, por
ejemplo, por la estructura funcionarial de los docentes de la escuela pública.
Así, la
reforma que propone el Ministerio de Educación que dirige José Ignacio
Wert hace una serie de propuestas en torno a esa idea de autonomía que
levantarán, sin duda, importantes discusiones. Por ejemplo, la que anuncia que
los consejos escolares de los centros, donde están representados padres,
profesores, alumnos (en los institutos de secundaria) y otros trabajadores,
pasarán a ser meramente “consultivos”, dejando las funciones “decisorias” a los
equipos directivos. En el ministerio han explicado que se trata de “clarificar”
las funciones de cada uno para que todo funcione de forma más eficiente, pero
la falta de concreción de la propuesta deja muchos flecos abiertos.
Sin embargo, algunos especialistas ven la idea inviable de raíz. “Creo que
puede ser anticonstitucional limitar al asesoramiento las funciones del consejo
escolar. El artículo 27 de la Constitución Española establece que profesores,
padres y alumnos intervendrán en el control y gestión de los centros sostenidos
con fondos públicos”, recuerda el catedrático de Sociología de la Complutense
de Madrid Rafael Feito. En todo caso, la discusión será si esa participación
puede reducirse a la consulta.
Ahora mismo, por los consejos escolares pasan
las decisiones más importantes del centro, como la aprobación de presupuestos,
los problemas disciplinarios, el visto bueno de los proyectos educativos o el
control de los procesos de admisión de alumnos: no en vano se les define en la
ley como órganos de gobierno. También tienen, junto al claustro de profesores,
la última palabra sobre la selección del director del centro.
Los colegios concertados (privados subvencionados con dinero público) también
están obligados a tener un consejo escolar con esas mismas competencias, lo
cual ha generado muchas discusiones a lo largo de los años. En general, las
patronales de la concertada lo consideran una intromisión, más aún desde la
última reforma legal de 2006, que incluyó entre los miembros del consejo a un
representante del Ayuntamiento.
Los directores de los centros públicos, reunidos en la asociación Fedadi, se
han venido quejando durante muchos años de la lentitud y las ineficiencias que
este modelo significa para los centros. Sin embargo, su propuesta no es
convertir en consultivos a los consejos escolares, sino que sean un “organismo
de control”, de tal manera que los equipos directivos tengan capacidad para
decidir en cada momento lo que consideren la mejor opción, pero luego se vean
obligados a rendir cuentas al consejo escolar, explica el presidente de Fedadi,
José Antonio Martínez.
Jesús María Sánchez, presidente de la confederación
de padres y madres mayoritaria en la enseñanza pública, Ceapa, señala
que está dispuesto a debatir cambios en las competencias de los consejos
escolares y en su composición, “pero no a renunciar a su capacidad de decisión
pasando a ser solo consultivos”, señala por teléfono. Sánchez explica que, en
la práctica, salvo en contadas ocasiones en que las decisiones han de ser por
unanimidad, la voz cantante es del claustro de profesores, que cuenta con el
mayor número de representantes.
De hecho, la queja de algunos directores se basa en que este reparto les hace
muy difícil o casi imposible tomar decisiones que sean mínimamente impopulares
para los docentes que dirigen, lo que también les ha llevado a cuestionar en
alguna ocasión las funciones de los claustros de profesores. Estos, por
ejemplo, pueden vetar una iniciativa para entrevistarse con los padres de los
alumnos un mínimo de veces al trimestre.
“Se trata de un complicado juego de equilibros. Hay que intentar que las cosas
funcionen rápido y bien, pero sin que los centros se conviertan en reinos de la
arbitrariedad, sea de la administración, de los directores, del claustro
docente o de los padres”, señala Martínez.
Así, otra de las claves de este debate es quién elige al director. Pues si
depende sobre todo del consejo escolar, los contras son los señalados más
arriba; pero si queda solo al arbitrio de la administración, muchos temen que
será el final de la autonomía de los centros, con directores completamente
sumisos a las decisiones (buenas, malas o regulares) de las consejerías que les
nombran. En el proyecto del ministerio solo se habla de que se valorará la
experiencia para convertirse en director y de que podrán optar al puesto
profesores de fuera del centro.
Autonomía: ¿para quién?
Casi todos los sectores educativos abrazan el concepto de autonomía en
abstracto, pero con los detalles llegan los problemas. Los padres de Ceapa o el
sindicato UGT rechazan la autonomía curricular (el proyecto del Gobierno habla
de especialización curricular, funcional o por tipología de los alumnos) porque
creen que “puede convertirse en un instrumento capaz de modificar la oferta
educativa, dando lugar a la selección de alumnos por el currículo”.
Más eso es precisamente lo que defiende el catedrático de Economía de la Carlos
III de Madrid Antonio Cabrales, —“sería bueno que la posibilidad de elección
viniera ligada al rendimiento escolar”—, pero teniendo cuidado de que los
alumnos puedan efectivamente elegir: “No sería de recibo que solamente pueda
escoger un instituto que decida especializarse en humanidades si quiero ser
ingeniero. De manera que una mayor posibilidad de elección, por lo menos en
secundaria, es importante para la autonomía curricular”, escribía Cabrales hace
semanas en el blog de Fedea Nada es gratis.
El presidente de la asociación estatal de centros públicos Fedadi, José Antonio
Martínez, también hace advertencias contra la autonomía superficial, solo de
nombre, la que en realidad ejerce la administración y no los centros. Martínez
recuerda que en Madrid, por ejemplo, los colegios e institutos solicitan
convertirse en centros bilingües y el Gobierno autónomo lo concede o no sin
hacer públicos los criterios y deliberaciones que le han conducido a esa
decisión.
La propuesta del ministerio menciona entre las posibilidades de especialización
esos centros bilingües, la formación del profesorado, recursos tecnológicos,
mejora del rendimiento, etcétera. También hablan de planificación por
objetivos; autonomía para la gestión de personal y económica de los centros; y
rendición de cuentas.
Publicado en EL
PAÍS
Visto en Asamblea Arturo Soria
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