Un artículo de una madre 'harta' de que pidan besos a su
hija se viraliza en Internet. Su autora y una psicóloga especialista en
inteligencia emocional nos dan su opinión.
Por favor, no le pidan besos a mis hijos. Con este
contundente titular la periodista y escritora colombiana Ana
Hanssen reabría hace unos días el debate sobre si es lícito o no
obligar a que los niños repartan besos a diestro y siniestro aunque ni
siquiera conozcan a quien les reclama la carantoña. El artículo, que fue
publicado el pasado viernes en la web especializada en información para padres
y madres BabyCenter, se ha compartido casi 562.000 veces y ha
generado más de 650 opiniones en todas direcciones.
“De camino a la librería, mi hija y yo nos encontramos con
una amiga que iba con un grupo de chicas, todas desconocidas para mí. Al
saludarnos, nos presentó a sus amigas y una de ellas, muy decidida, cogió la
mano de mi hija y le dijo como dándole una orden: '¿Me das un beso?'. Mi amiga,
al notar que mi hija no quería, también la quiso obligar con 'sí, ¡dale un
beso!'. Entonces yo intervine: Lo siento, pero ella no le da besos a personas
que no conoce”. Esta fue la anécdota que la impulsó a reflexionar sobre si los
padres deben permitir que un extraño 'exija' un beso a su hijo y de si
estaría igual de normalizado socialmente si estas muestras de afecto se solicitasen
a un adulto.
Su opinión es tajante: “No me caen bien los adultos que se
refieren de forma condescendiente a los niños. Tampoco los que consideran que
les tienen que hacer caso por el hecho de ser mayores. Y me caen mucho peor los
que se creen con derecho a pedirles que hagan cosas que van en contra de sus
deseos y sus afectos”, sentencia la periodista en su texto. Por correo
electrónico, Hanssen aclara a S Moda cómo está gestionando el revuelo
que han provocado sus palabras: "Jamás pensé que el post tendría tanta
repercusión. Decidí hablar sobre el tema porque leí otros artículos al respecto y me di cuenta de que mi
inquietud era compartida por más gente. Lo que quiero dejar claro es que hablo
de besos obligados".
Hanssen considera que existen cuatro motivos para enseñar a
los niños a no besar a desconocidos. En primer lugar, por una
cuestión de respeto, ellos son dueños de su cuerpo y deben decidir cómo
demostrar su afecto. Después, porque para ellos un beso no es una simple
muestra de cortesía sino algo íntimo e importante. En tercer lugar porque “a
ella no le gustaría que la obligaran a hacerlo” y, para terminar, por
seguridad.
Este último punto, que la periodista desarrolla explicando
que ciertos experimentos han demostrado que los niños
que son obligados a abrazar y besar en contra de su voluntad, son más
vulnerables a sufrir abuso sexual porque no han aprendido a decir 'no' al
contacto físico indeseado con un adulto, es el que más ampollas ha levantado.
Algunos comentarios tratan esta afirmación de exagerada y defienden que enseñar
a dar besos a un niño es educarle en la cortesía y los buenos modales.
Elena
Domínguez, psicóloga y especialista en inteligencia emocional, coincide con
la autora del artículo: “No se debe coaccionar a los niños a que den besos a
extraños porque forzamos a que superen la barrera natural que mantienen con el
desconocido y que les protege del peligro. Lo más normal en un niño cuando se
le acerca alguien que no conoce es que llore, es una cuestión de supervivencia. Si
le enseñamos que hay que dar besos, pueden pensar que papá y mamá aprueban que
sean cariñosos con desconocidos”. Esto, según la experta, puede derivar en que
el pequeño reciba el mensaje de que debe hacer lo que lo demás le piden, de que
otros pueden ejercer control sobre su cuerpo. “Aunque los abusos en la infancia
suelen estar perpetrados por personas muy próximas al menor, parece lógico
pensar que si no les enseñamos a que se sientan dueños de su cuerpo,
podemos hacerlos más vulnerables. Ya no solo cuando son pequeños, también
en la adolescencia. Pueden llegar a pensar que deben dejarse tocar por ese
chico o chica que se lo pide, para agradarles, sin saber tomar una decisión
propia”, explica la psicóloga.
Para que los pequeños estén prevenidos ante este tipo de
situaciones (¿cuántas veces escuchará un niño eso de “dame un besito” en sus
primeros años de vida?), el consejo de la especialista es que los padres les
hablen del tema y ensayen juntos cómo actuar. Hay que perder el miedo a ser
tachados de maleducados. El niño debe aprender que no hay nada de malo en no
ser cariñoso con personas a las que no conoce y así debe manifestarlo. Los
padres, pueden normalizar la situación explicando que sus hijos solo dan
muestras de cariño cuando tienen confianza. "No eres menos cortés por no
dar un beso. Yo siempre le digo a mi hija que hay que saludar, sonreír, ser
amable. Pero si ella no quiere besar cuando se lo piden, la respeto. Más si es
a un extraño", afirma Hanssen. Libros como Ni un besito más a la
fuerza o Ni una caricia a la puerta, ambos escritos por Marion Mebes,
son herramientas útiles para que los niños entiendan que no deben matener
contacto físico con quien no les apetezca.
¿Y qué hay de los padres? ¿También deben pedir permiso
para besar a sus retoños? Hanssen confiesa en su ensayo que ella misma pregunta
a su hija si puede darle un mimo cuando nota que la niña no está predispuesta.
Desde el punto de vista de Domínguez, no hay que preguntar sino saber
interpretar y respetar las señales que envía el niño. “Si ves que no tiene
ganas, simplemente no se lo des. Nunca le digas que es malo por no ser
cariñoso, por ejemplo. Y tampoco es conveniente suplicar su cariño. Los
padres que ruegan mimos se colocan en una posición de sumisión frente a sus
hijos, lo cual puede favorecer que los pequeños sientan que tienen autoridad
frente a ellos y se conviertan en una especie de líderes”.
Por Clara Ferrero en El País
1 comentario:
Más claro que el agua... por que hay que
obligarlos a que haga algo que no quiere? hasta a mí no me gusta dar beso a alguien que no conozco... y si tanto queremos que tenga Buenos modales para eso estamos los padre que hay que dar el ejemplo a los hijos, pero si somos de rancios y bocazas no esperemos que nuestros hijos sean los mejores del mundo...��
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